como se da el aprendizaje en la vida a diaria


La vida es un proceso pedagógico cuya principal finalidad es crecer, madurar y evolucionar como seres humanos, aprendiendo a ser felices por nosotros mismos, de manera que sepamos cómo amar a los demás y a la vida tal como son. 
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No hemos venido a este mundo a ganar dinero. 
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Ni tampoco a proyectar una imagen del agrado de los demás, logrando éxito, estatus, respetabilidad y reconocimiento. 
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Nuestra existencia como seres humanos tampoco está orientada a comprar, poseer y acumular cosas que no necesitamos. 
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Ni mucho menos a evadirnos constantemente de nosotros mismos por medio del entretenimiento. De hecho, no estamos aquí –solamente– para sobrevivir física, emocional y económicamente.
Y entonces, ¿hay algún propósito más trascendente? ¿Para qué vivimos? Aunque cada uno está llamado a encontrar su propia respuesta, los sabios de todos los tiempos nos han invitado –una y otra vez– a ver la vida como «un continuo proceso de aprendizaje». Si bien el resto de mamíferos nacen como lo que son, nosotros nacemos todavía por hacer. Serhumanos es una potencialidad. De ahí que en un principio no vivamos de forma responsable, libre, madura y consciente. Todas estas cualidades y capacidades están latentes en nuestro interior. Y así siguen hasta que las desarrollamos a través de la comprensión y el entrenamiento.
No en vano, adoptar una postura victimista frente a nuestras circunstancias nos impide aprender y desplegar todo nuestro potencial. Sólo en la medida que padecemos la crisis de los cuarenta –orientando nuestra existencia a la transformación–, empezamos a cuestionar nuestro sistema de creencias, modificando –a su vez– nuestra escala de valores, prioridades y aspiraciones. Es entonces cuando decidimos que lo más importante es «aprender a ser felices por nosotros mismos». Es decir, a sentirnos realmente a gusto sin necesidad de ninguna persona, estímulo, cosa o circunstancia externa. Más que nada porque ¿de qué nos sirve llevar una vida de éxito y de abundancia material si nos sentimos vacíos e insatisfechos por dentro?
En general, solemos confundir la felicidad con el placer y la satisfacción que nos proporciona el consumo de bienes materiales. 
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Y también con la euforia de conseguir lo que deseamos. Sin embargo, la verdadera felicidad no está relacionada con lo que hacemos ni con lo que poseemos. Aunque no es posible describirla con palabras, podría definirse como la ausencia de lucha, conflicto y sufrimiento internos. Por eso se dice que somos felices cuando nos aceptamos tal como somos y –desde un punto de vista emocional– sentimos que no nos falta de nada.
Más allá de aprender a ser felices por nosotros mismos, hemos venido al mundo a aprender a «sentir una paz invulnerable». Y para lograrla, hemos de trascender nuestro instinto de supervivencia emocional, que nos lleva a reaccionar mecánica e impulsivamente cada vez que la realidad no se adapta a nuestros deseos, necesidades y expectativas.
Eso sí, para poder ser pro activos hemos de vivir conscientemente. Es decir, dándonos cuenta en todo momento y frente a cualquier situación de que no son las situaciones, sino nuestros pensamientos, los que determinan nuestro estado emocional. Al tener presente esta verdad fundamental, podemos entrenar el músculo de la aceptación en todas nuestras interacciones cotidianas. Sobre todo porque no hay mejor maestro que la vida ni mayor escuela de aprendizaje que nuestras propias circunstancias.El reto consiste en aprender a aceptar a los demás tal como son y a fluir con las cosas tal como vienen. Y aceptar no quiere decir resignarse. Tampoco significa reprimirse ni ser indiferente. Ni siquiera es sinónimo de tolerar o estar de acuerdo. Y está muy lejos de ser un acto de debilidad, dejadez o inmovilidad. Más bien se trata de todo lo contrario. La auténtica aceptación nace de una profunda comprensión, e implica dejar de reaccionar impulsivamente para empezar a dar la respuesta más eficiente frente a cada situación. 

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